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Manual del Perfecto Gay - Fanfiction Harry Potter
Perlita loves Quino's work
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PerlaNegra - Harry Potter Slash Fanfiction

Magic Works

Capítulo 2

El Bosque Prohibido

 

Cuatro meses después de haber comenzado la filmación, ésta terminó. Por lo menos, para Tom. Un largo y ansiado verano se desplegaba ante él; la emoción de regresar a su casa lo había tenido sin poder pegar los ojos los pasados días.

 

Aunque no era posible negar que participar en esa película había sido una de las mejores experiencias de su vida.

 

Justo esa tarde había tenido lugar la última toma de la escena que se desarrollaba en el Bosque Prohibido, donde él y los demás iban en busca del unicornio herido. Emma, Rupert y el señor Coltrane ya tenían varios días que habían terminado su participación, lo que sólo había dejado pendiente por filmar el momento donde Harry y Draco se encontraban con Voldemort y Draco salía huyendo.

 

Los errores se habían multiplicado una y otra vez, dando pie a que todos creyeran que nunca podrían terminar de filmar aquello. Especialmente porque Dan no paraba de reírse en cierto momento de la actuación, justo cuando Tom le decía “¿Asustado yo, Potter?”

 

A pesar de las numerosas repeticiones, Tom había gozado bastante de aquellos días filmando junto a Dan. El niño había resultado ser muchísimo más simpático de lo que hubiera creído, y sabía sacar partido de cualquier situación para bromear y aligerar la carga de trabajo.

 

Tom había disfrutado al máximo. Le había gustado tener que soltar un fortísimo grito de terror y salir corriendo junto al perro mientas dejaba a Harry atrás enfrentándose con Voldemort. Y aunque consideraba bastante estúpido que, mientras él y el perro podían huir, Harry Potter se quedara parado esperando que el malo se le echara encima. Claro que Tom se abstuvo de comentar nada con nadie, mucho menos con el director o el guionista.

 

Aquella noche cenaba en medio de otros en una de las tantas mesas de la cafetería, sumido en sus pensamientos y fingiendo estar distraído con su viejo Game Boy. Ese año salía el nuevo Advance, y sería lo primero que Tom se compraría con el dinero ganado en la película. Aparte de aumentar su colección de discos de música y tal vez, porqué no, pagarse un viaje a América.

 

Echó un vistazo a su alrededor preguntándose si él estaría de regreso para la próxima película. La cafetería del estudio estaba cada día más vacía conforme los actores iban terminando con sus partes y escapaban a sus casas a descansar. La escena de la premiación de las casas había sido filmada ya y por lo tanto, la gran mayoría de los extras habían sido liquidados y despedidos del plató.

 

Y aquella noche, era la última de Tom en el estudio. Al otro día su hermano Jonathan iría por él para llevarlo de regreso a su hogar, en Surrey.

 

Intempestivamente y haciendo mucho ruido, como siempre, Dan llegó con su charola de comida y se sentó a su lado. —¿Qué hay? —saludó casi a gritos. Traía su CD walkman puesto y Tom podía apostar que era música de REM o de U2 lo que estaba escuchando.

 

Les dedicó a todos una amplia sonrisa y comenzó a comer. Se notaba que venía de haber tomado una ducha: aún traía el cabello un poco mojado y despedía un agradable aroma a jabón. Sin pensarlo, Tom aspiró fuerte y liberó el aire lentamente.

 

Dejando su Game Boy a un lado, levantó la mano hacia la cabeza de Dan y le quitó los auriculares. No iba a marcharse de ahí sin resolver el misterio.

 

—Ahora que nadie de los técnicos ni Chris te están oyendo, ¿me dirás por qué te estuviste riendo de mí?

 

Dan lo miró mientras apagaba su walkman.

 

—¿De ti? ¿Cuándo?

 

—No finjas locura, Dan —respondió Tom sonriendo amenazadoramente—. En casi todas y cada una de las tomas de la escena en el Bosque Prohibido, estallabas en carcajadas. Tuvimos que repetir como mil veces.

 

Los enormes ojos azules de Dan chisporrotearon divertidos.

 

—¡Ah, eso!

 

El descarado se rió otra vez.

 

Tom meneó la cabeza y continuó comiendo.

 

—Eres imposible, Radcliffe. Te sigues riendo de mí y nunca me dirás porque, ¿verdad?

 

Vio a Dan luchar contra la risa y comenzar a explicarle:

 

—¿De veras no te diste cuenta porqué era?

 

Tom negó con la cabeza e intentó hacer memoria.

 

—A ver… era justo cuando tú me decías “Si no te conociera, creería que estás asustado, Malfoy”. A continuación yo te decía mi línea y tú arruinabas todo con tu risa.

 

Sin soltar su cuchara, Dan hizo un movimiento con sus manos hacia arriba, como diciendo “¿Y no es obvio?”. Tom lo miró largamente.

 

—¿Cuál era tu línea, Tom?

 

Tom suspiró. La había repetido tantas veces el último par de días que era imposible no recordar.

 

—Te preguntaba “¿Asustado yo, Potter?”

 

—Sí, sí… —respondió Dan sin dejar de comer mientras hablaba—. Pero no me lo decías así. Usabas otro tono.

 

Tom arrugó el entrecejo.

 

—Bueno, ¡sí, así es! Se supone que somos actores, ¿no? En ese momento estoy indignado contigo porque me dices cobarde y te hablo en tono de furia. ¿Eso es lo que te hacía reír? —le preguntó, sintiéndose que ahora sí estaba indignado de verdad.

 

Dan negó con la cabeza.

 

—No exactamente, es que… —el cretino buscabulla soltó una risita—. Dilo como me lo decías allá—. Tom lo miró sin decir nada—. Anda, una sola vez. Tú mismo te darás cuenta lo que es gracioso.

 

A Tom no le costó mucho trabajo fingir que estaba molesto. Respiró hondo y dijo:

 

—¿Asustado yo, Potter?

 

Dan comenzó a reírse a carcajadas, casi tirando su charola de comida al suelo.

 

—Pe-pero, ¿qué es? —le preguntó Tom cada vez más frustrado—. No entiendo…

 

—La manera en que dices “Potter” —le aclaró Emma, quien había estado escuchando toda la conversación mientras fingía charlar con un par de chicas.

 

Sin dejar de reír, Dan asintió frenéticamente.

 

—¿No te das cuenta lo gracioso que se oye? —le preguntó.

 

Tom negó con la cabeza.

 

—No.

 

—Es que —empezó a explicar Emma—, soplas la primera sílaba, como si escupieras el “Po” de Potter. ¡Se oye graciosísimo! Nadie más que tú pronuncia “Potter” de ese modo.

 

Tom se preguntó en qué momento habían invitado a Emma a la fiesta “riámonos del acento de Tom” en la que Dan ya participaba tan animadamente.

 

—Pero —empezó a explicar, aunque en realidad nadie le hacía mucho caso—, ¡Chris me dijo que lo pronunciara así, como si arrastrara las palabras! Además, estuve charlando con Rupert, y él me explicó que el libro menciona varias veces que Draco habla así.

 

—Ah, ¿así que era por eso? —preguntó Dan.

 

Lentamente, todos dejaron de burlarse de Tom. Después de todo, se sabía que si había ahí alguien experto en materia potteriana, ése era Rupert ni más ni menos. Probablemente era el actor en el plató que más veces se había leído los libros.

 

—Alguien debió habérmelo dicho a mí también para que no me pareciera que lo hacías por error y me resultara gracioso —dijo Dan encogiéndose de hombros.

 

—Sí, alguien debió haberlo hecho —dijo Tom en tono sarcástico, pero la verdad era que se sentía extrañamente aliviado. Le consolaba de cierta manera estúpida que Dan se hubiera reído de eso y no de alguna otra cosa más.

 

—Mañana te vas, ¿verdad, Tom? —le preguntó una de las niñas que estaban sentadas con Emma. Era Eleanor, la hija de Chris Columbus.

 

Tom la miró con mal disimulada molestia. La niña le resultaba terriblemente fastidiosa por muchas razones que no se había detenido a analizar.

 

—Sí, mañana —respondió, intentando disimular el desencanto que sintió al recordarlo.

 

Dan lo miró fijamente sin decir nada.

 

—Pero, volverás para la segunda, ¿no? —le preguntó Emma.

 

Tom se encogió de hombros.

 

—Parece ser que sí. Mi agente está negociando.

 

—Tienes que volver, Tom —le dijo Dan—. No me imagino peleando con otro que no seas tú. Además —agregó, sonriendo—, ¿quien en toda Inglaterra puede pronunciar Potter de la manera en que tú lo haces? ¡Eres único!

 

Tom levantó la vista sintiendo que su interior se llenaba de calidez. Le rogó a Dios no estarse ruborizando. Clavó sus ojos en los de Dan y vio que, a pesar de su sonrisa de burla, era sincero en cuanto su deseo que Tom regresara a actuar como Draco Malfoy.

 

—De acuerdo —dijo en voz baja.

 

—Yo también voy regresar —dijo Eleanor. Todos la miraron como diciendo “¿Y a ti quién te preguntó?”, pero ella no pareció darse cuenta—. Mi papá va a volver a ser el director.

 

Tom no pudo dejar de notar que la niña miraba intensamente a Dan mientras decía aquello. Arrugó los labios en una mueca de desagrado pensando que su amigo era demasiado guapo como para hacerse de una novia así.

 

La realidad de sus pensamientos lo golpeó una milésima de segundo después, ahora sí provocando que sus mejillas se tiñeran de rubor. Se levantó bruscamente y se despidió apresurado, excusándose al decir que estaba muy cansado

 

—¡Adiós, Tom! —le gritó Dan cuando se iba—. ¡Qué pases un buen verano!

 

Tom se permitió mirar por encima de su hombro y despedirse con un movimiento de mano.

 

—¡Nos vemos en la premier, no lo olvides!

 

Tom asintió con la cabeza. Miró por última vez a Dan, y luego a Emma y a sus compañeras. Salió de la cafetería caminando con la cabeza gacha, recordando con amargura que Eleanor estaría ahí con Dan y los demás hasta el último día.

 

Durante un momento se preguntó si era esa la razón principal por la que no podía ver a la niña ni en pintura.

 

Pateándose mentalmente al darse cuenta de que lo que pensaba era una estupidez, de inmediato encendió su Game Boy y pronto se olvidó por completo de Harry Potter y de todo el elenco, Dan incluido.

 

O por lo menos eso fue lo que quiso creer.

 

 

 

 

 

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